¡Hola holalá!
El día de hoy
les traigo una entrevista, hecha a un
gran representante de la literatura de ciencia ficción cubana, ganador de un
millar de premios y maestro de grandes obras. En este blog se ha hablado de «Condonautas»
y «La voz del abismo», al final les dejaré el link a ambas reseñas.
Mientras tanto,
vamos con la entrevista que hoy nos atañe:
1. ¿A qué edad
decidiste que querías ser escritor y cómo fue ese descubrimiento?
R: Supongo que
muchos responderán “desde siempre”… y a lo mejor hasta es cierto, en algún que
otro caso.
Pero yo
recuerdo bien el momento en que tomé esa decisión: fue en julio de 1984, cuando
tenía 15 años y comenzaban las vacaciones de verano.
Hasta entonces,
mis ideas sobre mi propio futuro variaban bastante: por años pensé hacerme
militar, luego científico (gracioso; posteriormente me gradué de Biología… pero
ya pensando en escribir ciencia ficción) y así por el estilo.
Pero, desde que
dominé los misterios de la letra escrita, a los 4, mirando por encima el hombro
de mi padre, mientras él leía Chacal, de Frederick Forsyth, yo era un lector
furibundo. Y muy curioso, sobre todo.
Primero devoré
libros de viajes y de aventuras; Emilio Salgari, Jules Verne, Fenimore Cooper, Mayne Reid, James Oliver
Curwood, Roy Rockwood… después, cuando descubrí que ya no quedaban en la
geografía terrestre lugares inexplorados, y que la ciencia ficción tenía la
clave de las fronteras del espacio, el tiempo, la mente y la imaginación… me
volví un consumidor asiduo de los géneros fantásticos.
En Cuba,
durante mi ya no tan cercana infancia, los libros eran baratos y se publicaban
muchos de F y CF… aunque, principalmente, de autores soviéticos, y sólo unos
pocos de escritores anglosajones. Por problemas ideológicos, claro.
Pero, cada año,
al final del curso escolar, mi padre, otro lector fanático… aunque más bien de
espionaje y policíaco, peinaba las librerías de La Habana, buscándome títulos
que no hubiera leído… y que solían ser
de lo mejor de mis vacaciones de verano.
Sin embargo, aquel
1984, mi progenitor regresó con las manos vacías ¡no había nada, en las
librerías capitalinas, que yo ya no tuviera, en mi atestado librero! Lo que me
pareció una auténtica catástrofe.
Así que, con la
misma seguridad de Clark Kent cuando decide convertirse en su alter ego,
Superman, me dije “pues tendré que escribirlo yo, entonces”…y puse manos a la
obra.
Lo malo ¿o lo
bueno? fue que descubrí, casi de inmediato, que no era tan fácil. Mi primer
intento de ficción fue una concreción viscosa de todos los defectos literarios
imaginables… más algunos absolutamente nuevos. Aún lo conservo: se intitulaba
“El planeta rojo” (tópico a más no
poder, y desde el mismísimo título ¿no?) y cada vez que me creo la última
Coca-cola en el desierto lo saco y lo releo… sin enseñarlo nunca a nadie más.
Porque da vergüenza…
Era una
porquería, se viera como se viera. Pero ahí mismo me picó el orgullo ¿cómo no
era capaz de escribir una historia decente, habiendo leído tanto? así que me
puse en serio a releer esos libros que tanto me gustaban, no ya como el
conductor del auto, sino como su mecánico. Ya no sólo para decir ¡qué
maravilloso efecto, me gusta! sino tratando de descubrir cómo lo había logrado,
a qué truco había recurrido.
Y a tratar de
replicar esas mismas artimañas.
Luego, ya no
hubo remedio: sería escritor, o nada. Cuando elegí estudiar Biología, por
ejemplo, lo hice, ante todo, pensando en poner un poco de ciencia auténtica en
mi ciencia ficción. ¡Y vaya si me ha servido, esa carrera.
Pronto también
me di cuenta de que, si genial era ser visitante de los mundos imaginarios
creados por otros…todavía más lo era ser el anfitrión de miles de lectores.
Todos escribimos los libros que quisiéramos leer… y yo sigo haciéndolo,
todavía. O casi. Porque, en realidad, no escribo para los críticos, ni para la
posteridad, ni para mis colegas, ni siquiera para mí mismo: escribo para aquel
adolescente que fui… y, no tan en secreto, sigo siendo, en buena medida ¡mi
lector ideal!
2. ¿Por qué te
decantaste por escribir ciencia ficción y fantasía?
R: Creo que ya
esa te la respondí, y en buena medida, arriba. En el siglo XIX, yo quizás
habría escrito libros de viajes fantásticos o aventuras científicas, como Verne
o Salgari. Pero, hoy, una vez descubierta casi toda la Tierra, las únicas
fronteras que quedan son las de la imaginación.
También me
considero un aventurero de la palabra, un experimentador, un innovador. La
ciencia ficción es, como dijo el colombiano René Rebetez, la auténtica cuarta
dimensión de la literatura. Es la tierra de nadie donde confluyen
preocupaciones éticas y humanísticas con inquietudes científicas y
tecnológicas. Es la literatura del cambio y de las consecuencias de nuestras
acciones. Es un espejo que colocamos en el futuro y en mundos alternativos para
entender mejor el hoy, que tan rápidamente cambia.
Es magia, es
ciencia. Es lenguaje. Es innovación.
¿Cómo podría
resistirme, a tamaño desafío? Cierto, nunca un autor fantástico ha ganado el
Nobel de Literatura, y muchos tachan nuestras
mejores obras de “escapistas” despectivamente. Pero ¿a quién le molesta el
escapismo… sino a quien tiene alma de carcelero?
Abogo, siempre,
por la libertad, o el pensar fuera de la caja, por la heterodoxia y la
originalidad… y todo eso es lo que caracteriza, precisamente, a la CF.
En cuanto a la
fantasía… es la aventura en estado puro. Tomas un mago, un dragón, un guerrero,
un reino, una princesa, una espada, un malvado carismático y un grupo de
secuaces aterradores… (y si quieres experimentar, cámbiales el género, o juega
con el punto de vista y cuéntalo todo
desde la óptica del Señor Oscuro) y el entretenimiento está servido.
Y a veces,
resulta hasta aleccionador y novedoso. Porque, diga lo que diga, Campbell, no
todas las historias versan sobre el camino del héroe…
Por supuesto,
también me gusta mezclar géneros: escribir fantasía con magos y dragones, pero
con sistemas mágicos de rigurosidad casi científica, como tan bien hace Brandon
Sanderson. O introducir elementos místico-mágicos en universos clásicamente
futuristas, como hizo Lucas en su saga Star Wars con la Fuerza y los jedis. Y a
la mezcla podemos llamarle slip stream, new weird o, simplemente, literatura.
Pero lo cierto es que primero se escribe, y sólo después se clasifica.
Porque no hay
límites para la imaginación: las etiquetas quedan para los críticos… y los
libreros.
Ya saben: los
escritores construimos castillos en el aire: los locos (y los lectores) viven
en ellos…y los psiquiatras (o los libreros, o los críticos) cobran el alquiler…
3. ¿Qué te inspiró
para escribir “La voz del abismo”?
R: Soy un fan
confeso del mago de Providence. H. P. Lovecraft, desde que, a los 8 años, leí
su relato El llamado de Cthulhu. Conozco toda su obra. Visité su casa natal en
Rhode Island y, en la Universidad de Brown, pude tocar manuscritos de su puño y
letra. Uno de los momentos más significativos de mi vida… hasta ahora, al menos.
Admiro mucho el
horror cósmico que introdujo en la CF: esa sensación de que no sólo no somos
los humanos, los dueños de este mundo…sino que nunca lo fuimos. Porque constituimos
apenas un accidente, un juego o broma de razas más antiguas… y tan poderosas,
respecto a nosotros, como lo somos en relación a las hormigas.
Siempre soñé
con apropiarme del fascinante y pavoroso universo lovecraftiano. pero el reto
mayor era, no ambientar mi relato en la brumosa y fría New England. Sino en la
soleada Cuba.
Y de este
desafío personal, como homenaje de un fan, nació esta novela corta. Donde
Grandes Antiguos como Yog Sotthoh intentan penetrar en nuestra realidad… en el
Caribe, en La Habana. Con calor y mulatas y música rock.
4. ¿Por qué
escogiste precisamente el catolicismo, el taoísmo, el judaísmo, la religión
yoruba y la vudú para congeniar en esta novela?
R: La elección me
pareció tan simple como inevitable. Cuba es una nación multiétnica y pluriconfesional.
El catolicismo era la religión de los conquistadores españoles; la yoruba y la
vudú, las de sus esclavos. Vinieron también muchos chinos, a la mayor de las
Antillas, desde que en 1882 se prohibió la esclavitud… y los judíos están
presentes en todas las naciones del mundo.
O sea: cinco
cultos de cinco partes distintas del planeta, reunidos para luchar contra un
mal prehumano y aterrador. Creo que fue, también, un intento de mostrar
que el entendimiento entre credos
dispares siempre es posible. Y hasta la alianza.
Soy ateo… pero
aspiro a que, algún día, por ejemplo, árabes y hebreos puedan compartir con los
cristianos, en una Jerusalén declarada oficialmente ciudad abierta y patrimonio
de toda la Humanidad, sin miedo a bombas terroristas ni misiles que caigan del
cielo.
Para hacer
posibles entelequias como esas es que escribimos, creo.
5. ¿Por qué
escogiste los dioses lovecraftianos como amenaza para el mundo en esta obra?
R: Creo que una
de las mejores maneras de unir a los humanos de distintas religiones e
ideologías es obligarlos a enfrentar un
mal mayor. Miren el ejemplo de la II Guerra Mundial: capitalistas y
socialistas, históricamente enemigos mortales, luchando codo con codo contra la
mucho más peligrosa bestia parda del nazismo.
Estoy seguro de
que, si mañana apareciera una raza extraterrestre empeñada en conquistarnos,
musulmanes y judíos los combatirían juntos. Porque, si no, no quedaría
ningún planeta por el que enfrascarse,
en sus luchas fraticidas.
Los dioses
monstruos de Lovecraft dan perfectamente la talla de villanos: una fuerza
tenebrosa y primigenia, de maldad sobrehumana, con cuyo triunfo ningún homo
sapiens saldría ganando.
Aunque,
sinceramente, a veces me he preguntado si no pequé de ingenuo y, tal y como en
cada país europeo ocupado hubo colaboradores de los fascistas alemanes, y
Drácula tenía también a sus fieles gitanos como celosos familiares, en la
novela epistolar de Bram Stoker… no habría también algunos humanos tan
oportunistas y/o cobardes como para
trabajar para los Grandes Antiguos. O los crustáceos de Régulo.
Eh, ¡esa es una
idea muy interesante! No me la roben, por faplís… podría darme por escribir
algo al respecto, cualquier día de estos…
6. ¿Cuáles son tus
textos favoritos de Lovecraft?
R: Ya mencioné El
llamado de Cthulhu. Gracias a ese cuento descubrí todo el magnético y aterrador universo
prehumano que dibuja Lovecraft. Le sumaría la novela En las montañas de la
locura; los relatos La sombra sobre Innsmouth y El horror de Dunwich y, para
terminar, La onírica búsqueda de la desconocida Kadath. Un cuento largo en
donde el narrador norteamericano muestra su más pura influencia de Lord Dunsany
y sus mundos de ensueño ¡me fascina la cantidad de razas y criaturas no humanas
que describe en esas páginas! Muchos adocenados autores de fantasía modernos,
atorados eternamente en elfos, trasgos, rocos y enanos, podrían aprender de su
creatividad.
Bueno… en
realidad, me gusta casi todo lo de Lovecraft. Hasta sus primeros cuentos, como El
extraño… en los que aún no maneja tan bien la prosa en inglés, pero ya exhibe una
imaginación brillantemente malsana. Y la desmesurada adjetivación que tantos
estilistas le critican, pero que es como su marca de fábrica: lo tomas con
ella… o lo dejas. Y te pierdes toda la diversión.
7. ¿Por qué
elegiste el heavy metal como género de la banda de nuestro cantante escogido
por los dioses?
R: Bueno, para
muchas mentes estrechas, el rock sigue siendo la música del demonio. Pero la
que otros tachan de antimúsica puede alcanzar una complejidad armónica
tremenda. Véase, si no, el rock sinfónico y el progresivo. Donde han surgido
obras maestras que al mismísimo J.S. Bach le habrían encantado.
No sé, no me
imagino a los dioses de Lovecraft acudiendo al llamado de un cantante de
reguetón con autotuning. Hay que tener un mínimo de estilo, hasta para ser
demoníaco, me parece.
8. ¿Escuchas heavy
metal? Si es así, ¿cuál es tu banda favorita?
R: Y sí…
también escucho heavy metal. Es mi música favorita, de hecho. Incluso, durante
algunos años, fui vocalista de una banda cubana de ese género, Tenaz. Y dicen
que no lo hacía tan mal. Los que quieran comprobarlo, busquen nuestro único
video muscial en youtbue: Tenaz/El que a hierro mata. Y luego me dicen.
Pero mis grupos
metaleros favoritos son Manowar, los reyes del epic rock; Iron Maiden, los
británico épicos… y Aerosmith, porque también me encanta el clásico blues
americano.
Otras bandas
que sigo: Sabaton, Helloween, Dream Theather, Hammerfall.. ¡realmente, la lista es muy larga!
9. ¿Qué obras de
horror cósmico recomendarías?
R: ¿Además de
Lovecraft? Las novelas del ciclo de Basslag, de China Mieville. Sobre todo, las
dos primeras: La estación de la calle Perdido y La cicatriz. La saga de novelas
de La Lavandería…no estoy seguro, pero creo que son de Richard Morgan, quien no
sólo escribió Carbono alterado. La serie del Necroscopio, de Briam Lumley. Los
comics de Hell Boy, de Mike Mignola… que son un homenaje constante a Lovecraft.
Uh… la enumeración también sería interminable, me temo.
10. ¿Qué consejo
les darías a todos aquellos escritores noveles que deseen incursionar en la
ciencia ficción?
R: Los que a
cualquier escritor, ante todo: Lean.
Lean mucho.
primero como conductores, como simples lectores que buscan disfrute. Pero
luego, como mecánicos; tratando de descubrir ¿cómo lo hizo, ese maldito
cabronazo?
Además, quien
copia a uno, plagia…pero quien copia a varios, pasa por original.
Sin contar con
que es súper triste empezar a escribir algo… sólo para darnos cuenta de que
muchos ya han publicado 30 novelas sobe esa misma clase de historias.
Y lean,
también, ciencia verdadera. Y si no pueden entenderla… pues divulgación
científica. Ayuda a que lo que escriban resulte convincentemente verosímil. Y
da ideas que no es poco.
Luego,
escriban. No hablen de lo que van a escribir. Y revisen, revisen mucho… pero no
hasta que odien sus propios escritos. Porque la página perfecta no existe.
También… sean
sinceros: no escriban lo que creen que quieren los críticos. A lo mejor les
sale bien…pero entonces serán unos tristes impostores. Escriban lo que quieren leer.
Lo que siempre han querido leer y nadie más ha escrito.
Y, con mucha
suerte, publicarán y a lo mejor hasta se vuelven escritores relevantes y pueden
vivir de eso y las chicas los acosan y se compran un yate y un jet privado.
Ya me gustaría,
ya…
Igual les deseo
toda la suerte del mundo.
Pero, basta de
fingir: no estamos en esto por la riqueza ni la fama. Sino porque no nos queda
más remedio. Nos hacemos escritores porque necesitamos contar historias…o
reventamos.
Y si muchos nos
leen, y encima pagan por ello… pues mejor. Pero tampoco es lo más importante,
que conste.
Si lo que
realmente les interesa es la plata y las fans… háganse reguetoneros. O
traficantes de drogas. O políticos.
Por cada
Stephen King que logra el éxito, hay miles de entusiastas aporreadores de
teclados que mueren desconocidos para todos y en la pobreza, ¿para qué negarlo?
Claro que
¿quién sabe? tal vez seas tú, ¡sí; tú mismo, que ahora lees estas líneas! el próximo
émulo del autor de Carrie y La milla verde. Nunca se sabe. Y a lo mejor hasta
acabas ganando ese Nobel de Literatura que él ¡el pobre! morirá sin tocar nunca…
Se vale soñar
¿verdad?
¡Muchas gracias Yoss por responder a mis preguntas! Y
a ustedes, lectores, ya saben, ¡a leer a Lovecraft y a escuchar heavy metal!
Pero antes de irme, les dejo los links a las reseñas
de las obras de este increíble autor:
Condonautas: https://detrasdelatecla.blogspot.com/2018/05/resena-condonautas-de-yoss.html
La voz del abismo: https://unaciegaentrelibros.blogspot.com/2024/09/resena-la-voz-del-abismo-de-yoss.html
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